Las Personas Altamente Sensibles, conocidas como PAS, son individuos que poseen una sensibilidad sensorial más aguda y profunda en comparación con la mayoría. Esta particularidad les otorga la capacidad de percibir y procesar estímulos de manera más intensa, lo que puede influir en diversos aspectos de sus vidas.
En mi caso, tardé bastante en darme cuenta de que lo era; de hecho, no fue sino hasta hace unos años. Cuando encontré un libro que abordaba este tema y pude identificar todas aquellas características que reflejaban muchos aspectos de mi personalidad. A medida que estudiaba sus páginas, encontré una conexión con las experiencias que se describían. Desde entonces, he estado explorando y aprendiendo a abrazar esta parte fundamental de mi identidad.
El libro que me ayudó se titula "Personas Altamente Sensibles" de Karina Zegers de Beijl. Fue muy revelador para mí al identificar situaciones y comportamientos, entendiendo por qué me ocurrían. Me alivió comprender mejor estos aspectos de mi personalidad y a abordarlos de otra forma. También me ayudó a entender que no era solo una faceta que afectaba a mi estado emocional, sino que también tenía manifestaciones físicas. Por ejemplo, mi piel se irrita con facilidad si el agua de la ducha tiene mucho cloro o si uso determinados productos.
Siempre había tendido a ser tímido, aunque disfrutaba estar con mis amigos y seres queridos. Sin embargo, siempre llegaba un punto en el que me sentía saturado y mi mente parecía querer desconectarse. Incluso me agobiaba estar en zonas abarrotadas de gente. Fue al leer sobre el tema cuando comencé a comprender lo que me ocurría. Mi perspectiva hacía que la información que procesaba se quedara con casi todos los detalles, desde una conversación trivial hasta los gestos corporales, etc. Por eso llegaba un punto en el que mi cerebro se saturaba con tanta información. Descubrir estos detalles me hizo comprender lo vital que era tener breves espacios para mí solo y poder recargar mi batería social.
Uno de los aspectos clave para gestionar esta sensibilidad es la implementación de estrategias y prácticas específicas. La creación de espacios tranquilos y armoniosos en el hogar o el trabajo, la planificación de tiempos de descanso y desconexión, así como la práctica de técnicas de respiración y mindfulness, han demostrado ser de gran ayuda. Estas estrategias proporcionan herramientas para regular el nivel de estimulación y evitar la sobrecarga sensorial, permitiendo funcionar de manera más equilibrada y productiva en el día a día.
La naturaleza propia de las Personas Altamente Sensibles no solo conlleva desafíos, sino también una riqueza de cualidades positivas. La empatía profunda y la creatividad artística son dos de los dones más notables que nos acompañan. En mi experiencia, esta capacidad de conectar emocionalmente con otros y percibir matices sutiles ha enriquecido enormemente mi escritura. Me ha permitido crear personajes con una autenticidad y profundidad que resuena con los lectores, así como tejer historias que exploran la complejidad de las emociones humanas de una manera única. La sensibilidad, lejos de ser una limitación, se convierte así en un valioso aliado en el mundo de la creatividad y la expresión artística.
En definitiva, el viaje hacia la comprensión y aceptación es un camino revelador y transformador. La adopción de prácticas de autocuidado específicas se erige como un pilar fundamental para gestionar estas sensaciones de manera positiva y constructiva. La creación de espacios serenos, la planificación de momentos de desconexión y la incorporación de técnicas de mindfulness se revelan como herramientas esenciales en este proceso. Al hacerlo, no solo se encuentra un equilibrio interior, sino que también se libera su potencial distintivo para contribuir significativamente a su entorno y comunidades. Así, el autocuidado se convierte en un acto de amor hacia uno mismo y en una poderosa herramienta para vivir una vida plena y auténtica.
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