El pasado 10 de septiembre cuando me pesé en la báscula de mi asesora y vi que marcaba 140 Kg, no supe cómo sentirme. Desde que hace unos años atrás conseguí tener un peso saludable esta ha sido la primera vez en que he vuelto a recuperar tanto peso. Lo peor ha sido ser consciente de todo el proceso, y aún así, sentirme paralizado. Desde el 2015 y hasta el 2019 he vivido situaciones que me han puesto a prueba más de una vez, y como mucho mi peso se había mantenido entre 110 o 115Kg. He tomado consciencia de que la subida se debe a múltiples factores, pero como bien saben los que me conocen mi punto débil es el factor emocional.
A partir del 2020, parece que todo había ido cuesta abajo (soy consciente de que es algo que nos ha afectado y sigue afectando a todos). Para mí no fue nada fácil, en especial la etapa del confinamiento. Dada la situación mundial, puedo considerar que en ese periodo era afortunado porque todos mis seres queridos estaban bien, pero lo que era en el plano emocional, llegué a sufrir bastantes ataques de ansiedad e insomnio. Era una sensación asfixiante que me desconcertaba, por las mañanas me esforzaba en tener una rutina y hasta intentaba moverme, pero cuando llegaba el atardecer esas sensaciones me ahogaban. De vez en cuando conseguía distraerme con los libros, las series y los videojuegos (me hubiera vuelto totalmente loco si no hubiese mantenido esas aficiones). Las videollamadas con los amigos también eran de los pocos momentos en que podía sentirme despejado.
Cómo echaba en falta ir a caminar, algo que era indispensable, en esa época no estaba permitido. Por mucho que fuese a hacer recados, no era la misma sensación y el ambiente tenso de las calles vacías solo me contagiaba el desánimo.
Así que cuando nos permitieron hacer ejercicio, creedme que para mí fue mágico poder dar una buena caminata. De hecho, la imagen que representa este blog la tomé el primer día que levantaron la cuarentena en mi región.
En fin, un año después podría decirse que en general mi situación había mejorado bastante, pero una parte de mí se sentía anclada al dolor. Por esa razones decidí acudir a la ayuda de mi psicólogo para tratar varios temas personales e intentar cambiar mi enfoque. Y sí, conseguí mejorar esos aspectos, y hasta me atreví a superar varios de mis temores. A pesar de eso, cuando vi los 140 Kg en la báscula algo se removió en mi interior. Mi asesora Isabel siempre me ha ayudado y me ha brindado su apoyo, ya no como una profesional, sino como una gran amiga. En parte me sentí decepcionado conmigo mismo, porque a pesar de todo lo que había vivido, me aterraba la idea de ir hacia atrás. De decepcionar a todas las personas que me habían apoyado en el camino de los sueños y las metas. Pero también fui más consciente que nunca que una cifra de tres dígitos no podía determinar mi felicidad. No era el peso, era mi salud física y emocional, lo único que importaba. Todo lo que he sentido recientemente ha ido sumando (además de que justo un mes antes llevo con un problema que me ha impedido salir a ejercitarme). Ese día en concreto, Isabel me recordó que debía centrarme en aquello que había hecho bien o lo que me hubiera motivado cada día (aunque no tuviese que ver con la salud o comer sano). Me propuse centrarme en la siguiente quincena, y me enfoqué al 100% en la alimentación (ya que por el momento no puedo caminar tanto como me gustaría).
Y el 22 de septiembre perdí 3,6 Kg (este post lo escribí en esa fecha). Estoy contento por mi logro, pero también soy más consciente que nunca que todavía tengo que seguir trabajando en mi mismo y volver a resurgir como el Ave Fénix. No solo en el tema de la salud, sino también en volver a emprender nuevos proyectos. No sé qué me deparará este nuevo camino, pero estoy ansioso por descubrirlo.
Antes de finalizar este primer paso, quiero matizar que estos dos últimos años me han aportado también cosas positivas. He conocido a nuevas amistades que me han iluminado para emprender nuevos retos y también he descubierto muchas herramientas interesantes (que me encantará compartir con todos vosotros).
¡Un abrazo y nos leemos pronto! ¡Namasté!
